NICOTINA


Te hablo a ti de esclavo a amo.
Harto de esperar que me traigas el frio, dándote la ofrenda del calor de mi cerillo.
Blanco, simple y sencillo, llegaste a mi vida a ofrecerme mis anhelos.
Humo de mi alma, negros mis pulmones, estilizado, luciéndote en mis dedos.
Te he dejado entrar en mí, tantas veces que ya no siento en mi pecho el martillo.
Ese que golpeaba, como al bombo del corazón amenazado por el sentimiento del peligro.
Poco a poco, tu promesa se hizo tan lenta, que siento que nunca llegaré al final que me ofreciste.
Me mentiste.
Convirtiéndome en esclavo de mi deseo de morir, y por suerte soy iluso al pensar que puedo abandonarte.
Me he abandonado más veces a mí, cuando me desespera necesitarte.
La sativa me trae paz.
La indica me lleva a un lugar mágico que tú nunca conocerás
Y más allá, la espiritualidad.
Me ofrece la salvación que tú siempre me negarás
Y, aun así, buen objeto inanimado, tu nunca entenderás, que, en cuerpos fuertes como este, no hay tiempo para tus efectos.
Aun cuando haces de la melancolía y la tristeza el escenario perfecto.
A mí ya no me quedan ganas para aguardar por tus pretextos.
Tu promesa me ha engañado.
Me mantiene encadenado, a un momento, que antes que te des cuenta, llegará a tu lado.
Porque estaré fumando.
Eso es seguro.
Fumaré el día, que con la eternidad mi encuentro sea pactado.
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