SUEÑO COSMICO


Vivo en una pesadilla visceral, sosteniendo su garganta entre mis manos.


Este desquiciado destino, que no me admite entre sus líneas rompiéndome como ola contra roca.

Apretando con fuerza las mandíbulas, mientras el maldito viaje cósmico se extiende por ríos escarlata que juran piedad y calman la sed.

El paraíso sin equilibrio, caótico y perfecto en su horrible naturaleza.

El odio mal interpretado, como medio desesperado.

Controlado por ese bendito sentido común, que acaba por ser el menos común de los sentidos. 
¿Quién eres tú para decir que no?
¿Quién soy yo para decir que sí?

A fin de cuentas, todos nos perdimos.

Obedecemos y dormimos.

Soñando es como despertamos, pues no somos bienvenidos en esta realidad.

Los dientes buscan la carne para amar su sabor, y las uñas rompen la piel con la mirada llena de envidia para desnudar el alma del placer.

El amor termina siendo la forma más hermosa de la sádica naturaleza posesiva del ser que no se tiene a sí mismo.

Deseando loco de desespero poseer a otro a costa de cualquier sacrificio, con tal de llenar el vacío de su propia inexistencia.

Es insaciable, inestable y ecléctico cual voraz parásito.

Consume la vida, extraña a la muerte y detesta al tiempo.


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