ANTOJO
Veo tu calor a lo lejos. Respiro tus cenizas, y me imagino tu fuego, con lo poco que me dejas. Veo volar tu brillo, y me maravillo hipnotizado ante tu aurora. Tan lejana. Te siento infinita, cuando te pienso. Inalcanzable, digna señora. Joven que me aconseja. Hoy te anhelo con la vergüenza de un niño travieso. Esta es personal. Y cada vez que la recuerde, en silencio. Apretando el pecado en las piernas me voy a sonrojar. Porque me llené de vergüenza, al desear tus carnes. Y me siento más pecador al seguirte deseando. Aun cuando tú, seas solo el antojo de un dios. Visitanos en Facebook Libreta sin dueño